- Lunes a domingo 9:30 a 18:30 h
- Pl. San Esteban, 13, 40003 Segovia
Montar el belén es una de las tradiciones más emblemáticas de la Navidad. Su origen se remonta al año 1223, en Greccio (Italia), cuando San Francisco de Asís inició esta costumbre. Después de su viaje a Tierra Santa, y con el permiso del papa Honorio III, San Francisco decidió recrear la escena del nacimiento de Jesús. Preparó un pesebre con paja y añadió un buey y una mula. Rodeado de fieles, celebró la Misa del Gallo en honor al nacimiento de Jesús.
Curiosamente, la mula y el buey no aparecen mencionados en los evangelios de San Marcos ni de San Juan, pero gracias a la interpretación popular y la iconografía cristiana, se han convertido en un elemento esencial del belén.
Progresivamente, la tradición de los belenes se extendió por toda Europa, destacando los belenes realizados por Andrea della Robbia en el Duomo de Volterra. Durante el Barroco, el belén se popularizó con la incorporación de elementos decorativos cada vez más complejos.
En España, el belén fue introducido por los frailes franciscanos y las clarisas. Primero se expandió en la Corona de Aragón y luego en el resto del territorio peninsular. Durante la Edad Media y el Renacimiento, el belén se convirtió en un medio para transmitir la fe católica. En el siglo XVIII, el rey Carlos III fomentó la difusión de los belenes napolitanos, popularizando esta tradición en España. Ya a mediados del siglo XIX, gracias a la producción en serie de figuras, los belenes se convirtieron en parte fundamental de los hogares españoles, y así se ha mantenido hasta nuestros días.
El belenismo fue declarado Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial en 2022. Se estima que, este año, hay alrededor de 75 belenes monumentales en toda la Diócesis de Segovia.
Existen distintos tipos de belenes que han enriquecido esta tradición, siendo dos de los más conocidos el belén monumental y el belén napolitano.
Belén Monumental
El belén monumental se caracteriza por su gran tamaño y complejidad. Suele representar no solo la escena de la Natividad, sino también muchos otros episodios bíblicos y escenas costumbristas. Con decenas o incluso cientos de figuras, estos belenes recrean de forma detallada la vida de la época, destacando por su escala y por la inclusión de numerosos elementos arquitectónicos y naturales. Su objetivo es ofrecer una experiencia inmersiva, acercando al espectador a la historia de una manera envolvente.
Belén Napolitano
Por otro lado, el belén napolitano, introducido en España por Carlos III tras su llegada al trono en 1759, es conocido por su enfoque cortesano y su riqueza ornamental. Este tipo de belén refleja escenas de la vida cotidiana napolitana del siglo XVIII, con figuras vestidas en trajes detallados y realistas. El belén napolitano no se limitaba a lo religioso, sino que incluía personajes populares como vendedores, músicos y campesinos, lo que lo convertía en una expresión artística de gran refinamiento, destinada a la élite de la corte. Con este estilo, el belén alcanzó un alto nivel artístico, pero no fue el responsable de introducir la tradición en los reinos peninsulares, ya que esta ya existía previamente.
Por primera vez desde su reapertura, puede visitarse un belén monumental montado por la Asociación de Amigos del Belén de la parroquia de San Lorenzo. Cuenta con más de 100 figuras y recrea un pueblo típico segoviano, con detalles reconocibles como los tejados, las especies de árboles o los ríos representados.
Entre las construcciones destacan la Iglesia de San Lorenzo, creada por los belenistas de la parroquia segoviana, y parte del castillo de Coca, que fue galardonado con el I Premio Provincial de Coca en 2010. En el Palacio se exhibe parte de esta recreación, incluyendo la torre del homenaje, las torres de vigilancia y parte de la muralla. Las casas del belén, por su parte, fueron elaboradas por los belenistas de Cantalejo, quienes utilizaron una combinación de adobe visto y poliespán, logrando una estética rústica que refleja fielmente la arquitectura tradicional de la región. Es habitual intercambiar elementos para hacer los montajes más espectaculares.
El belén del Palacio Episcopal no solo se centra en la escena de la Natividad, sino que también representa otras escenas bíblicas significativas, como la huida y regreso a Egipto, la presentación de Jesús en el templo, y los esponsales de José y María, enriqueciendo así la experiencia del visitante.
Cada figura y escena han sido cuidadosamente seleccionadas para reflejar la riqueza cultural y espiritual que este legado navideño representa. Y es que durante la fabricación y montaje del belén se transmiten oficios tradicionales y técnicas que han evolucionado con el tiempo. Por ejemplo, la orografía antaño se hacía con piedras y troncos, mientras que hoy se usa poliuretano, un material que permite trabajar con más detalle y añadir elementos como arena o plantas para aumentar el realismo.
Las figuras del belén proceden de reconocidos artesanos de toda España, cada uno aportando un estilo único que enriquece la diversidad de nuestro belén:
Puedes visitar el belén, hasta el 7 de enero 2025, con la entrada conjunta Catedral + Palacio Episcopal de Segovia. Abrimos entre semana de 9:30 a 18:30 de la tarde y los fines de semana (viernes, sábado y domingo) hasta las 19:30 (último acceso a las 19:00).
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09:30 – 20:00
Juan de Briviesca (1585-1629) fue un sacerdote conocido por su dedicación a la fe y vida austera. Conocemos muchos detalles de su vida por la obra «Vida del Venerable sacerdote Juan de Briviesca«, escrita por su amigo Luis Vázquez.
Este retrato fue realizado por Jerónimo López Polanco en 1619, cuando Briviesca tenía 34 años. Puede encuadrarse en el barroco temprano español, caracterizado por claroscuros y gran atención al detalle. Aquí se captura tanto la apariencia física como la profundidad espiritual del personaje. El texto inferior fue añadido en 1716 y ofrece una breve biografía del retratado.
Este jarrón de opalina, creado en la segunda mitad del siglo XX, está inspirado en el estilo imperio. Este estilo se originó a principios del siglo XIX durante el reinado de Napoleón Bonaparte y se caracteriza por su grandiosidad y el uso de elementos decorativos clásicos como guirnaldas, coronas de laurel y estrellas, que simbolizan poder y gloria.
Aunque, este jarrón es una creación del siglo XX, emula con precisión la estética y el lujo característicos del estilo imperio original. Con su gemelo, esta pareja refuerza su presencia y simetría en la decoración, aumentando el atractivo visual de la sala donde su colocaran.
Esta lámpara de petróleo es una muestra representativa de la artesanía española del primer tercio del siglo XX, un periodo en el que la iluminación con petróleo todavía era común antes de la generalización de la electricidad en todos los hogares. Las lámparas de petróleo no solo eran objetos utilitarios, sino también piezas decorativas que reflejaban el estilo y la elegancia de la época.
Los detalles ornamentales reflejan las influencias estilísticas de la época, posiblemente el Art Nouveau o el Historicismo, estilos que prevalecieron en las artes decorativas del periodo.
Esta obra textil recrea el tríptico de Pedro Pablo Rubens, La Elevación de la Cruz, conservado en la Catedral de Nuestra Señora en Bruselas. El tapiz aprovecha el formato tríptico para representar un momento clave de la Pasión de Cristo, capturando fielmente la esencia emocional y artística de la pintura de Rubens.
Jean-Baptiste Vermillion, conocido también como De Lana, destacó como un tejedor relevante en Bruselas durante el siglo XVIII. Tras tomar el control del taller de Jeroen Le Clerc en 1722, obtuvo privilegios significativos que reforzaron su prestigio dentro del ámbito textil. Fue nombrado decano de su gremio en 1726, y su influencia se mantuvo a lo largo de los años, a pesar de cerrar su taller en Bruselas en 1732 y sus intentos posteriores de establecer otro en Huy hasta 1741.
Copia del cuadro «La Virgen y el Niño en el paisaje vespertino» de Tiziano. El original fue pintado en Venecia entre 1550 y 1560 por orden del rey Felipe II. Estuvo mucho tiempo conservado en la sacristía del Escorial . Actualmente se exhibe en la galería Alte Pinakothek de Múnich .
La composición recuerda a las composiciones de Raffaello, pero el paisaje tranquilo y el cielo son típico de la pintura veneciana. Un estilo que también influirá a El Greco. Se trata de una de las obras más directas y cautivadoras del último período del pintor.
El cuadro «El Calvario», atribuido a Jan van Scorel y datado en el siglo XVI, es una obra de gran intensidad emocional y detallismo. En esta tabla se representa la crucifixión de Cristo con una composición equilibrada. Las figuras de la Virgen María, María Magdalena y San Juan muestran un meticuloso trabajo en sus vestimentas y expresiones, resaltando la habilidad de Van Scorel en capturar la humanidad del momento. El uso del color y la luz contribuye a enfatizar la solemnidad de la escena, mientras que el fondo enmarca la escena, demostrando la influencia del arte renacentista en esta obra.
La pintura representa la escena del entierro de Cristo, con los personajes dispuestos alrededor de su cuerpo en un momento de profundo dolor y reverencia. Destacan las expresiones faciales y los gestos de los personajes, así como el meticuloso trabajo en las vestimentas. El uso del color y la luz resalta el dramatismo de la escena, mientras que el fondo con elementos arquitectónicos y naturales enmarca la composición con gran precisión, demostrando la maestría del autor anónimo.
El Maestro de los Claveles, recibe su nombre por la flor que suele estar presente en sus obras. Vinculado al taller del Maestro de Ávila, sus tablas son ejemplos de la síntesis hispanoflamenca del siglo XV en Castilla, caracterizadas por el horror vacui, el detallismo de los brocados, y fondos con castillos y escenas urbanas. En su obra destaca la técnica cuidada y el dibujo preciso.
La predela es una sección horizontal que se ubica en la parte inferior de un retablo. Habitualmente se encuentra dividida en cajas o «casamentos»; y se utiliza para complementar las escenas del retablo principal con imágenes de un formato más pequeño.
En esta predela se representa, de izquierda a derecha, a: San Andrés, San Bartolomé, San Pedro, San Pablo, Santiago y San Juan. De este último destaca la iconografía elegida (copa de la que emerge un dragón), la cual fue prohibida por el Concilio de Trento. Un detalle que, no solo confirma la datación de la obra, sino que también resalta su importancia en el registro histórico de la iconografía religiosa.
La Corona de Nuestra Señora de la Fuencisla es un símbolo de la realeza y santidad de la Virgen María. Su uso en imágenes marianas tiene sus raíces en la práctica de coronar figuras sagradas como muestra de veneración. Una tradición que se consolida en la Edad Media y el Renacimiento, cuando se busca resaltar la importancia y el carácter divino de las figuras religiosas. En la actualidad, continúa utilizándose, junto con la del Niño, para adornar a la Virgen durante la Semana Santa en Segovia
La cruz procesional simboliza la redención, el sacrificio de Cristo y su victoria sobre la muerte. . A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz. Puede denominarse también CRUZ ALZADA, que hace referencia a las cruces procesionales que se sujetan con una vara.
Adorno que se coloca alrededor de la cara de las imágenes de la Virgen. El origen del rostrillo se encuentra en el complemento que usaban las mujeres para enmarcar su rostro y tapar el pelo. En el s.XVI se asocia a las viudas. Posteriormente, la escultura religiosa adopta este adorno para mostrar el luto de la Virgen por la muerte de su Hijo.
Esta pieza procede de la iglesia de San Miguel Arcángel (Segovia).
Habitualmente se colocan en el altar, cerca del sagrario o del lugar donde se conserva el Santísimo Sacramento. Su forma de barco en la liturgia católica está motivada por su simbolismo. Representan la Iglesia como una embarcación que guía a los fieles hacia la salvación. Durante la Eucaristía, se utilizan junto con el incensario para quemar incienso, simbolizando la oración ascendiendo al cielo.
Destinada a presidir las ceremonias más importantes y encabeza procesiones, entierros, así como las diversas celebraciones en que participa la comunidad católica. Se inciensa por ser signo de Salvación. Esta pieza posee alma de madera sobre la que se adhieren las chapas de plata, blanca o dorada, mediante clavos. A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz.
Altorrelieve policromado en alabastro datado del siglo XV perteneciente a la escuela inglesa. En él se representa la Asunción de la Virgen. María es elevada al cielo por ángeles, lo que simboliza su santidad y conexión celestial. La posición de sus manos en oración, denota humildad y aceptación de la voluntad divina. La corona enfatizan su realeza y pureza; y la aureola, su santidad y presencia divina.
Capitel del siglo XIII, tallado en piedra caliza y de autoría anónima, que ilustra tres episodios clave del cristianismo. Un hecho que sitúa esta pieza como ejemplo de la narrativa visual medieval y el simbolismo religioso de la época.
Adornado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales según la moralidad cristiana medieval.
A nivel iconográfico combina rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Esta última la diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las cruzadas.
Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual de la época y que instruía sobre el pecado y la redención.
También conocida como florentina, dantesca o jamuga. Se trata de un asiento plegable de doble tijera, que surge en Italia durante la Baja Edad Media, como resultado de la evolución de la silla de tijera. Sin embargo, esta tipología también es común en otros países europeos. En algunos de ellos fueron asientos de honor hasta el siglo XVII.
Progresivamente pierden importancia en favor de las sillas de brazos, pero durante el siglo XIX y XX vuelven a producirse por considerarse una producción típica española. Este ejemplar imita las originales de época renacentista y posee una gemela en las colecciones del Palacio Episcopal.
El origen de este mueble se sitúa en Francia en el siglo XVIII. Se trata de un armario bajo con puertas al frente y, generalmente, de poco fondo. Su nombre procede de su ubicación más habitual, los paños de pared entre ventanas. Solían producirse en parejas y tuvo gran aceptación durante el siglo XIX.
En el centro de las puertas de este entredós hay dos escenas pintadas sobre sendas placas de porcelana. En ellas se representan arquitecturas de carácter popular. El resto del frente presenta diferentes motivos en bronce dorado a fuego.
Desde el siglo XVII se disponen en la mesa diferentes elementos que progresivamente han adoptado una función meramente decorativa. Entre ellos se encuentran los centros de mesa, el frutero o el conocido como “épergne”. Este último fue introducido desde Francia en el s.XVIII y solía utilizarse para contener cualquier tipo de comida o postre. Las argollas situadas bajo los leones alados de sus extremos podrían indicar que, inicialmente, estaba configurado por otros elementos.
Decorado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales en la moralidad cristiana medieval. A nivel iconográfico combinan rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Este último atributo las diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las Cruzadas. Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual medieval, que instruía sobre el pecado y la redención.