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EL ESCUDO DE MANUEL MURILLO Y ARGÁIZ EN EL PALACIO EPISCOPAL DE SEGOVIA

RESUMEN

El escudo de Manuel Murillo y Argáiz, en el Palacio Episcopal de Segovia, refleja su linaje, jerarquía y legado. Analizamos su estructura heráldica, símbolos eclesiásticos como el capelo y el escudete, y su conexión con la Catedral de Segovia. Una lectura visual del poder episcopal en el siglo XVIII.

Los escudos episcopales forman parte esencial del patrimonio religioso de Castilla y León. En ciudades como Segovia, donde la historia se entrelaza con el arte sacro, la heráldica eclesiástica se convierte en un lenguaje visual de poder, espiritualidad y memoria. Más que decoración, estos blasones son actos de identidad grabados en piedra, símbolos que narran quién fue quién en la Iglesia.

Uno de los mejores ejemplos en la diócesis de Segovia es el escudo de Manuel Murillo y Argáiz, obispo entre 1752 y 1765, presente en la fachada principal y el patio central del Palacio Episcopal de Segovia. Un emblema que combina linaje nobiliario, dignidad clerical y proyección institucional.

Símbolos del poder episcopal: capelo, cordones y borlas

En la heráldica eclesiástica española, los símbolos exteriores del escudo son esenciales para identificar el rango del titular. Uno de los más característicos es el capelo, un sombrero de ala ancha con cordones que caen a ambos lados del escudo y terminan en borlas. Este elemento no es un adorno: es el código visual de la dignidad eclesiástica.

En el caso de los obispos, como Manuel Murillo y Argáiz, el capelo se representa con seis borlas a cada lado dispuestas en tres niveles. Para los arzobispos, el número asciende a diez borlas por lado, distribuidas en cuatro niveles. Los cardenales, por su parte, usan un capelo rojo con quince borlas a cada lado, en cinco niveles.

Esta iconografía, establecida desde el siglo XIV, se mantiene vigente en la heráldica de la Iglesia Católica y permite distinguir claramente la jerarquía de cada escudo.

Detalle del escudo episcopal de Manuel Murillo y Argáiz con capelo y seis borlas por lado, que identifican su dignidad como obispo según la heráldica eclesiástica.

Heráldica como autorretrato espiritual

A diferencia de otros blasones nobiliarios, los escudos de los obispos no son heredados: son creados. Según las normas de la heráldica eclesiástica, el prelado puede diseñar parcial o totalmente su escudo para reflejar su identidad, misión pastoral o devoción personal.

El escudo de Manuel Murillo y Argáiz es ejemplo de ello. Une referencias familiares, como su pertenencia al Solar de Valdeosera, con vínculos eclesiales propios de su cargo. Este diseño se repite tanto en piedra como en su retrato episcopal, donde el color y la composición permiten apreciar más detalles simbólicos.

¿Quién fue Manuel Murillo y Argáiz?

Nacido el 3 de septiembre de 1705 en Murillo de Río Leza (La Rioja), Manuel Antonio Murillo y Argáiz pertenecía al antiguo Solar de Valdeosera, linaje vinculado a las Trece Divisas Nobiliarias de Castilla.
Su formación teológica y humanística se desarrolló en el prestigioso Colegio de la Santa Cruz de Valladolid, uno de los centros de formación del clero más destacados de la Corona de Castilla.

Su carrera eclesiástica fue sólida y ascendente, culminando el 6 de junio de 1752, cuando fue nombrado oficialmente obispo de Segovia, tal como lo recogía ese mismo día La Gaceta de Madrid, publicación oficial del Reino.

Durante sus trece años de episcopado (1752–1765), demostró una gran capacidad para conjugar el cuidado pastoral con una clara visión patrimonial e institucional. Fue él quien adquirió y acondicionó el actual Palacio Episcopal de Segovia, dotando a la diócesis de una sede estable, digna y simbólicamente representativa​.

Retrato al óleo del obispo Manuel Murillo y Argáiz, destacado líder religioso del siglo XVIII, expuesto en el Palacio Episcopal de Segovia.

El escudo como cruce de linajes y legado eclesial

Desde el punto de vista heráldico, el escudo del obispo Manuel Murillo y Argáiz presenta una estructura simbólicamente rica y representativa de su identidad familiar y episcopal. En la heráldica española, la distribución interna del escudo no es arbitraria: responde a normas visuales consolidadas desde la Edad Media.

El escudo se organiza en cuarteles: divisiones internas que representan diferentes linajes o territorios. A menudo, en el centro se añade un escudete o escusón, un pequeño escudo sobrepuesto que destaca un símbolo de especial importancia, ya sea por herencia directa o por devoción personal.

En el caso del escudo de Murillo y Argáiz:

  • Cuarteles superiores: contienen los emblemas del Solar de Valdeosera, casa nobiliaria riojana a la que pertenecía el obispo.

  • Escudete central: porta las armas de la familia Mendoza, un linaje destacado con posibles vínculos familiares o de protección institucional.

  • Cuarteles inferiores: incorporan motivos heráldicos que, según algunos autores, remiten al escudo del obispo Diego de Ribera, figura clave en la construcción de la Catedral de Segovia. Su inclusión refuerza visualmente la idea de continuidad institucional y legado dentro del episcopado segoviano.

Este escudo episcopal no es una composición decorativa, sino una verdadera narrativa visual de poder, linaje, herencia y misión espiritual dentro de la diócesis de Segovia.

Cuartelado inferior del escudo de Manuel Murillo y Argáiz en el Palacio Episcopal de Segovia, con elementos del escudo de Diego de Ribera, promotor de la Catedral de Segovia.

Conclusiones

El escudo episcopal de Manuel Murillo y Argáiz, presente en el Palacio Episcopal de Segovia, es mucho más que una marca personal: es un testimonio visual del poder, el linaje y la visión institucional de uno de los obispos más activos del siglo XVIII. Su diseño heráldico, cuidadosamente elaborado, une tradición familiar, simbolismo religioso y referencias a figuras clave de la diócesis como el obispo Diego de Ribera.

Este escudo refleja la riqueza de la heráldica eclesiástica española, un lenguaje visual de profunda carga simbólica que aún hoy comunica jerarquía, identidad y misión dentro de la Iglesia.
En el contexto segoviano, su presencia tanto en la fachada como en el interior del Palacio Episcopal lo convierte en un elemento clave del patrimonio cultural y espiritual de la ciudad.

Conocer su significado es abrir una puerta al pasado, comprender la historia desde los símbolos, y valorar cómo el arte, la religión y la arquitectura se entrelazan para construir memoria.

Primer plano del escudo del obispo Manuel Murillo y Argáiz donde se destaca el escudete central con el blasón de la familia Mendoza, en el Palacio Episcopal de Segovia.
Concierto navideño en el patio del Palacio Episcopal con luces y decoraciones festivas.

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Retrato de Juan de Briviesca

Autor: Jerónimo López Polanco
s.XVII
Óleo sobre tabla

Juan de Briviesca (1585-1629) fue un sacerdote conocido por su dedicación a la fe y vida austera. Conocemos muchos detalles de su vida por la obra «Vida del Venerable sacerdote Juan de Briviesca«, escrita por su amigo Luis Vázquez.

Este retrato fue realizado por Jerónimo López Polanco en 1619, cuando Briviesca tenía 34 años. Puede encuadrarse en el barroco temprano español, caracterizado por claroscuros y gran atención al detalle. Aquí se captura tanto la apariencia física como la profundidad espiritual del personaje. El texto inferior fue añadido en 1716 y ofrece una breve biografía del retratado.

Jarrón de opalina

Escuela espñaola
Segunda mitad del s.XX

Este jarrón de opalina, creado en la segunda mitad del siglo XX, está inspirado en el estilo imperio. Este estilo se originó a principios del siglo XIX durante el reinado de Napoleón Bonaparte y se caracteriza por su grandiosidad y el uso de elementos decorativos clásicos como guirnaldas, coronas de laurel y estrellas, que simbolizan poder y gloria.
Aunque, este jarrón es una creación del siglo XX, emula con precisión la estética y el lujo característicos del estilo imperio original. Con su gemelo, esta pareja refuerza su presencia y simetría en la decoración, aumentando el atractivo visual de la sala donde su colocaran.

Lámpara de petróleo

Escuela espñaola
Primera mitad del s.XX

Esta lámpara de petróleo es una muestra representativa de la artesanía española del primer tercio del siglo XX, un periodo en el que la iluminación con petróleo todavía era común antes de la generalización de la electricidad en todos los hogares. Las lámparas de petróleo no solo eran objetos utilitarios, sino también piezas decorativas que reflejaban el estilo y la elegancia de la época.  
Los detalles ornamentales reflejan las influencias estilísticas de la época, posiblemente el Art Nouveau o el Historicismo, estilos que prevalecieron en las artes decorativas del periodo.

Tapiz "La Elevación de la Cruz"

Autor: Pedro Pablo Rubens
Manufactura: Jean-Baptiste Vermillion
s.XVIII

Esta obra textil recrea el tríptico de Pedro Pablo Rubens, La Elevación de la Cruz, conservado en la Catedral de Nuestra Señora en Bruselas. El tapiz aprovecha el formato tríptico para representar un momento clave de la Pasión de Cristo, capturando fielmente la esencia emocional y artística de la pintura de Rubens.

Jean-Baptiste Vermillion, conocido también como De Lana, destacó como un tejedor relevante en Bruselas durante el siglo XVIII. Tras tomar el control del taller de Jeroen Le Clerc en 1722, obtuvo privilegios significativos que reforzaron su prestigio dentro del ámbito textil. Fue nombrado decano de su gremio en 1726, y su influencia se mantuvo a lo largo de los años, a pesar de cerrar su taller en Bruselas en 1732 y sus intentos posteriores de establecer otro en Huy hasta 1741.

Virgen con el niño

s.XVI
Óleo sobre tabla

Copia del cuadro «La Virgen y el Niño en el paisaje vespertino» de Tiziano. El original fue pintado en Venecia entre 1550 y 1560 por orden del rey Felipe II. Estuvo mucho tiempo conservado en la sacristía del Escorial . Actualmente se exhibe en la galería Alte Pinakothek de Múnich .

La composición recuerda a las composiciones de Raffaello, pero el paisaje tranquilo y el cielo son típico de la pintura veneciana. Un estilo que también influirá a El Greco. Se trata de una de las obras más directas y cautivadoras del último período del pintor. 

Calvario

Autor: Jan van Scorel
s.XVI
Óleo sobre tabla

El cuadro «El Calvario», atribuido a Jan van Scorel y datado en el siglo XVI, es una obra de gran intensidad emocional y detallismo. En esta tabla se representa la crucifixión de Cristo con una composición equilibrada. Las figuras de la Virgen María, María Magdalena y San Juan muestran un meticuloso trabajo en sus vestimentas y expresiones, resaltando la habilidad de Van Scorel en capturar la humanidad del momento. El uso del color y la luz contribuye a enfatizar la solemnidad de la escena, mientras que el fondo enmarca la escena, demostrando la influencia del arte renacentista en esta obra.

Santo Entierro

s.XVI
Óleo sobre tabla

La pintura representa la escena del entierro de Cristo, con los personajes dispuestos alrededor de su cuerpo en un momento de profundo dolor y reverencia. Destacan las expresiones faciales y los gestos de los personajes, así como el meticuloso trabajo en las vestimentas. El uso del color y la luz resalta el dramatismo de la escena, mientras que el fondo con elementos arquitectónicos y naturales enmarca la composición con gran precisión, demostrando la maestría del autor anónimo.

La Ascensión

s.XV
Maestro de los Claveles
Óleo y temple sobre tabla

El Maestro de los Claveles, recibe su nombre por la flor que suele estar presente en sus obras. Vinculado al taller del Maestro de Ávila, sus tablas son ejemplos de la síntesis hispanoflamenca del siglo XV en Castilla, caracterizadas por el horror vacui, el detallismo de los brocados, y fondos con castillos y escenas urbanas. En su obra destaca la técnica cuidada y el dibujo preciso.

Predela de los apóstoles

s.XVI
Óleo sobre tabla

La predela es una sección horizontal que se ubica en la parte inferior de un retablo. Habitualmente se encuentra dividida en cajas o «casamentos»; y se utiliza para complementar las escenas del retablo principal con imágenes de un formato más pequeño. 

En esta predela se representa, de izquierda a derecha, a: San Andrés, San Bartolomé, San Pedro, San Pablo, Santiago y San Juan. De este último destaca la iconografía elegida (copa de la que emerge un dragón), la cual fue prohibida por el Concilio de Trento. Un detalle que, no solo confirma la datación de la obra, sino que también resalta su importancia en el registro histórico de la iconografía religiosa.

Corona de la Virgen de la Fuencisla

s.XVI
Diseño: Florentino Trapero
Orfebre: Otero y Riopérez

La Corona de Nuestra Señora de la Fuencisla es un símbolo de la realeza y santidad de la Virgen María. Su uso en imágenes marianas tiene sus raíces en la práctica de coronar figuras sagradas como muestra de veneración. Una tradición que se consolida en la Edad Media y el Renacimiento, cuando se busca resaltar la importancia y el carácter divino de las figuras religiosas. En la actualidad, continúa utilizándose, junto con la del Niño, para adornar a la Virgen durante la Semana Santa en Segovia

Cruz procesional

s.XVI
Orfebre: Antonio Oquendo

La cruz procesional simboliza la redención, el sacrificio de Cristo y su victoria sobre la muerte. . A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz. Puede denominarse también CRUZ ALZADA, que hace referencia a las cruces procesionales que se sujetan con una vara.

Rostrillo

s.XVIII
Orfebre: Lorenzo Cantero

Adorno que se coloca alrededor de la cara de las imágenes de la Virgen. El origen del rostrillo se encuentra en el complemento que usaban las mujeres para enmarcar su rostro y tapar el pelo. En el s.XVI se asocia a las viudas. Posteriormente, la escultura religiosa adopta este adorno para mostrar el luto de la Virgen por la muerte de su Hijo.

Esta pieza procede de la iglesia de San Miguel Arcángel (Segovia).

Naveta

s.XVI
Orfebre: Diego de Olmedo

Habitualmente se colocan en el altar, cerca del sagrario o del lugar donde se conserva el Santísimo Sacramento. Su forma de barco en la liturgia católica está motivada por su simbolismo. Representan la Iglesia como una embarcación que guía a los fieles hacia la salvación. Durante la Eucaristía, se utilizan junto con el incensario para quemar incienso, simbolizando la oración ascendiendo al cielo.

Cruz procesional

s.XIV

Destinada a presidir las ceremonias más importantes y encabeza procesiones, entierros, así como las diversas celebraciones en que participa la comunidad católica. Se inciensa por ser signo de Salvación. Esta pieza posee alma de madera sobre la que se adhieren las chapas de plata, blanca o dorada, mediante clavos. A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz.

Asunción de la Virgen

s.XIII

Altorrelieve policromado en alabastro datado del siglo XV perteneciente a la escuela inglesa. En él se representa la Asunción de la Virgen. María es elevada al cielo por ángeles, lo que simboliza su santidad y conexión celestial. La posición de sus manos en oración, denota humildad y aceptación de la voluntad divina. La corona enfatizan su realeza y pureza; y la aureola, su santidad y presencia divina.

San Mateo

s.XV

Esta escultura en alabastro de San Mateo, uno de los cuatro evangelistas, es obra de Sebastián de Almonacid del siglo XV.
 
En ella se observa a Mateo con dos de sus identificadores principales: el libro del Evangelio, y un ángel, su elemento antropomorfo. Almonacid, maestro de la transición gótico-renacentista, plasmó en la pieza la sobriedad y la humanidad propias del realismo nórdico. 

Arcángel San Gabriel

s.XVIII

Conocido como el mensajero de Dios. Simboliza la revelación y la verdad. Gabriel inspira a los fieles a escuchar su intuición y mensajes divinos, representando la comunicación, la esperanza y la fuerza.

Capitel

s.XIII

Capitel del siglo XIII, tallado en piedra caliza y de autoría anónima, que ilustra tres episodios clave del cristianismo. Un hecho que sitúa esta pieza como ejemplo de la narrativa visual medieval y el simbolismo religioso de la época.

  1. La Anunciación, en la que destaca el arcángel Gabriel mientras revela a María su destino como madre del Mesías.
  2. Tentación de Jesús, cuando rechaza a Satanás en el desierto.
  3. San Pedro portando las llaves celestiales, un presagiando de su liderazgo en la Iglesia. 

Capitel

s.XIII

Adornado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales según la moralidad cristiana medieval.

A nivel iconográfico combina rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Esta última la diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las cruzadas.

Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual de la época y que instruía sobre el pecado y la redención.

Silla de caderas

Escuela española
Primer tercio del s.XX

También conocida como florentina, dantesca o jamuga. Se trata de un asiento plegable de doble tijera, que surge en Italia durante la Baja Edad Media, como resultado de la evolución de la silla de tijera. Sin embargo, esta tipología también es común en otros países europeos. En algunos de ellos fueron asientos de honor hasta el siglo XVII.
Progresivamente pierden importancia en favor de las sillas de brazos, pero durante el siglo XIX y XX vuelven a producirse por considerarse una producción típica española. Este ejemplar imita las originales de época renacentista y posee una gemela en las colecciones del Palacio Episcopal.

Entredós

Estilo imperial
Segunda mitad del s.XVIII

El origen de este mueble se sitúa en Francia en el siglo XVIII. Se trata de un armario bajo con puertas al frente y, generalmente, de poco fondo. Su nombre procede de su ubicación más habitual, los paños de pared entre ventanas. Solían producirse en parejas y tuvo gran aceptación durante el siglo XIX.
En el centro de las puertas de este entredós hay dos escenas pintadas sobre sendas placas de porcelana. En ellas se representan arquitecturas de carácter popular. El resto del frente presenta diferentes motivos en bronce dorado a fuego.

Épergne

Escuela española
s.XIX-XX

Desde el siglo XVII se disponen en la mesa diferentes elementos que progresivamente han adoptado una función meramente decorativa. Entre ellos se encuentran los centros de mesa, el frutero o el conocido como “épergne”. Este último fue introducido desde Francia en el s.XVIII y solía utilizarse para contener cualquier tipo de comida o postre. Las argollas situadas bajo los leones alados de sus extremos podrían indicar que, inicialmente, estaba configurado por otros elementos.

Capitel

s.XIII

Decorado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales en la moralidad cristiana medieval. A nivel iconográfico combinan rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Este último atributo las diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las Cruzadas. Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual medieval, que instruía sobre el pecado y la redención.

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