El Palacio
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El Palacio Episcopal de Segovia fue lugar de residencia de los obispos hasta finales del siglo XX. Se construyó en 1755 sobre los restos del Palacio de los Salcedo, del que se conserva la fachada y portada renacentista. En esta última destaca el programa iconográfico basado en Hércules, fundador mítico de Segovia.
La visita al edificio consta de dos partes: las salas de exposición en las que pueden verse objetos de orfebrería litúrgica, escultura, pintura, textiles, etc.; y las salas nobles del palacio, que sirvieron de representación y vivienda a los obispos de Segovia hasta tiempos recientes.
Historia de la institución
Desde su adquisición en el siglo XVIII por el obispo Manuel Murillo y Argaiz se utilizó como residencia de los sucesivos obispos hasta 1969 y de centro neurálgico de la Diócesis de Segovia hasta principios de los siglos XXI.
Fue parcialmente utilizado como sede del actual Museo de Segovia bajo la tutela de la Junta de Clasificación. Dicha institución se creó con el objetivo de conservar las colecciones de arte procedentes de la desamortización de bienes de la Iglesia que tuvo lugar la primera mitad del siglo XIX. Su director sería Felipe Pardo y García, quien también era el Director de Estudios de la Escuela de Nobles Artes de Segovia y Canónigo de la Catedral.
Es interesante la conciencia de estar aportando un valor cultural a la ciudad que se desprende del documento, así como el deseo que desprende de garantizar la conservación del patrimonio artístico. Sin embargo, pocos años después comienza el traslado de la colección a las iglesias de San Juan y de San Facundo, aunque esta no sería su ubicación definitiva. Algunas obras permanecerán en el Palacio Episcopal hasta 1857.
Uso del Palacio como sede de la Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo, inaugurada el 23 de abril de 1921 en el marco de un programa de actos de conmemoración del V Centenario de la muerte de Juan Bravo. El responsable de su organización fue don Benito de Frutos, aportando piezas la Catedral de Segovia y diferentes parroquias de la ciudad, así como la Colegiata de San Ildefonso, el Ayuntamiento y la Diputación. Es entonces cuando se conforman las colecciones de pintura, escultura, orfebrería y ornamentos sagrados que actualmente forman parte de las salas de exposición.
Ese mismo año, tras la clausura de la exposición, el Boletín Eclesiástico publica el deseo del obispo Manuel de Castro y Alonso de crear un Museo Diocesano con parte de los objetos expuestos.
Con este fin se solicita al clero el depósito en el Palacio Episcopal de las piezas “(…) obrantes en la exposición, que no fuesen necesarios en las parroquias para el culto (…)”. Permanecieron en la exposición permanente un total de 38 piezas en la antigua sala de conferencias del Palacio. Algunas de ellas se conservan actualmente en la colección, como la casulla bordada en paja procedente de Revenga. En 1928, el Museo Diocesano entra en decadencia.
En la actualidad, esta idea sigue presente en la gestión de la colección museológica del Palacio Episcopal. Las instituciones propietarias de las piezas pueden solicitar su préstamo temporal para la celebración de diferentes actos religiosos, siendo devueltas al Palacio tras su finalización. De esta manera, se garantiza la conservación y difusión de este importante patrimonio cultural.
Con el traslado de las dependencias del obispado a la actual ubicación frente a la Plaza de Adolfo Suárez, se retoma la idea de convertir el Palacio Episcopal en un espacio expositivo.
Finalmente, en 26 de septiembre de 2013 se reabrió como Museo, gracias al impulso del obispo Ángel Rubio Castro. Albergó tres colecciones de arte representativas: cerámica de los Zuloaga, la de vidrio y cristal de la Real Fábrica de Cristales de La Granja y la de arte religioso del Museo Diocesano de Segovia.
Comienza un nuevo proyecto museográfico en el conjunto de la primera planta dedicada al museo y la conocida como parte noble, donde vivieron los obispos. La exposición estaba configurada por 185 obras de arte asociadas a la liturgia católica, de las cuales 120 eran de orfebrería. La apertura se produjo en 2019 bajo el nombre “Museo de Orfebrería Splendor Fidei”, una apuesta de la Diócesis de Segovia y la empresa elegida para relanzar el Palacio.
La reforma buscó ofrecer una museografía didáctica de calidad y garantizar la accesibilidad de los visitantes. El recorrido abordaba temas como la fe cristiana, y la indisolubilidad entre la obra de arte y la fe. Lamentablemente cerró sus puertas en 2020.
El Cabildo de la Catedral de Segovia se hizo cargo de la gestión del conjunto del espacio expositivo a través de una adaptación completa y la incorporación de herramientas divulgativas como la app, la cartelería adaptada o el proyecto educativo. Entre las actividades implementadas.
Reapertura con el objetivo de convertirse en un lugar de referencia artística, histórica y religiosa de la ciudad. Entre las nuevas actividades desarrolladas destaca el Escape Room y la visita gamificada. También se han implementado diferentes plataformas digitales para favorecer la comunicación con la sociedad, así como merchandising inspirado en las colecciones.
Sobre el edificio
La investigación sobre la construcción y la evolución del palacio episcopal continua gracias a la documentación conservada en multitud de archivos y el trabajo realizado por nuestro equipo de gestión cultural.
La familia Arias Dávila poseía diversas propiedades en la zona cercana a la parroquia de San Esteban. Algunas de ellas serían compradas por Diego Arias Dávila a su tío, el obispo Juan Arias Dávila; cuya vivienda, donde despachaba asuntos oficiales, aparece mencionada desde 1480 en esta área. Actualmente los espacios propiedad de Diego forman parte del Monasterio del Santo Domingo del Real.
Según diferentes fuentes, las casas más cercanas a la iglesia de San Esteban fueron heredadas por Isabel Arias Dávila. Posteriormente, estas propiedades pasarían a su sobrino Juan Arias Dávila, I Conde de Puñonrostro.
Manuel Murillo y Argaiz, obispo de Segovia, adquirió el palacio mediante censo perpetuo de Josefa de Salcedo y Lasso de la Vega, Figueroa, Córdoba y Ladrón de Guevara, para convertirlo en palacio episcopal. El obispo respetó los muros exteriores, pero derribó el interior debido a su estado de conservación. Su escudo aún luce en los muros del patio interior.
El responsable de reconstruir el edificio fue el arquitecto José de la Sierra, quien tuvo como objetivo reorganizar este espacio a los nuevos usos. Para ello diseñó un patio central de doble altura, abierto el nivel inferior a través de arcos de medio punto con un estilo barroco clasicista a través del cual se distribuyeron las zonas nobles del edificio, estancias de recepción institucional decimonónicas, despachos, oratorios y alcoba episcopal, además de jardín.
En 1760 el edificio estaba ya ocupado y en 1770, según lo recogido en el Archivo Diocesano, lo ocupan alrededor de 40 personas entre clérigos, seglares, estudiantes y empleados.
Coincidiendo con la invasión francesa de España, dejó de ser sede episcopal al destinarse a sede del Gobernador de Segovia (1809-1811). En 1811 y 1812 fue lugar de descanso durante sus visitas a Segovia de José Bonaparte.
El Palacio sirvió de residencia de los sucesivos obispos hasta 1969 y de centro neurálgico de la Diócesis de Segovia hasta principios de los siglos XXI.
EL ANTIGUO PALACIO EPISCOPAL
Según Diego de Colmenares (1586-1651), sacerdote y cronista de Segovia, las primeras casas obispales de Segovia se situaban junto a la catedral románica de Santa María, que se levantaba frente al Alcázar. El claustro gótico de la antigua catedral, levantado en tiempos del obispo Juan Arias Dávila en la segunda mitad del siglo XV y trasladado posteriormente a la actual Catedral, las afectó negativamente al estrechar su espacio. En 1520 la Guerra de las Comunidades tuvo consecuencias negativas en la estructura de las casas obispales, al igual que en la antigua catedral, lo que dificultaba su uso por los prelados.
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El obispo Arias Dávila, consciente de la necesidad de una sede episcopal, había levantado al lado opuesto del templo unas suntuosas casas que donó a la mesa obispal en 1472, erigiéndolas en Palacio. Aunque los destrozos del levantamiento comunero afectaron mucho a la fábrica de la catedral y a las mermadas casas obispales, no sucedió lo mismo con el Palacio Episcopal que permaneció a pesar de levantarse la nueva Catedral alejada del lugar.
La lejanía de la nueva Catedral, construida a partir de 1525 alejada del Alcázar -es decir del poder civil- y junto a la Plaza Mayor, hizo replantear a la Diócesis de Segovia un nuevo emplazamiento del palacio para los obispos. A mediados del siglo XVIII, el obispo Manuel Murillo y Argaiz decidió mudar el Palacio a un edificio más cercano y en 1755 consiguió la cesión de un palacio inacabado y abandonado durante décadas, el Palacio de los Salcedo. Al año siguiente lo derribó conservando solo la fachada, tras la que levantó un palacio de nueva planta en estilo neoclásico que hoy podemos disfrutar para la visita.