El palacio
Salas de exposición
Las salas de exposición son la primera parada en la visita al Palacio episcopal. Consta de un total de siete espacios con un retrato museografíco que traslada al visitante la funcionalidad de los objetivos litúrgicos, pintura y esculturas al servicio de la comunidad cristiana para el culto diario. En el conjunto de las salas de exposición se ubican 120 piezas del patrimonio orfebre, alternadas con 60 pinturas y esculturas procedentes de toda la Diócesis de Segovia. Una rica representación de las raíces cristianas y la devoción en Segovia a lo largo de los siglos que se muestra para al segoviano y visitante de forma didáctica, con todas las medidas de conservación y seguridad.
Las ocho etapas de esta exposición son Kerigma, In hoc signum, Un oficio al servicio del altar, Credo, Memento a, In corde Eclessiae, Memento b, Fulgor Fidei, Homo viator. Un recorrido que evoluciona desde el punto de partida: la fe cristiana, y la indisolubilidad entre la obra artística y la fe; resaltar la labor del orfebre mediante una proyección audiovisual; la celebración de los sacramentos y la importancia para la vida del cristiano; y finalizar con Homo viator en una puesta en escena a través de un conjunto de obras que quieren trasladar el tránsito del umbral de la muerte.
Patio
Atravesada la puerta principal del palacio, se llega a un patio interior que refuerza el poder que materializaba este inmueble como vivienda del obispo y sede oficial de la Diócesis de Segovia.
De amplias dimensiones fue diseñado por el arquitecto José de Sierra en estilo barroco clasicista y presenta dos pisos: en el bajo destacan los arcos de medio punto realizados en granito y carentes de elementos decorativos; en el piso alto, de piedra caliza, las ventanas flanqueadas por pilastras y rematadas con cornisas. En todos los lados del patio destaca el escudo de Turégano, vinculado al obispo Manuel Antonio Murillo Argáiz.
Escalera imperial
En el lado derecho del patio se ubica el acceso a la escalera principal del palacio. De tipología imperial, fue lugar de paso tanto para las personas admitidas en el círculo próximo de los obispos, como para los invitados a grandes ceremonias o celebraciones.
Los escalones están fabricados en madera; sin embargo, en los rellanos es llamativa la presencia de olambrillas con diferentes motivos, como animales o escudos. Debido a esto, la suntuosidad de la escalera procede del artesonado del techo y de la decoración de las paredes. Estas últimas presentan un friso inferior de azulejos con motivos florales y geométricos; cubriéndose el resto del espacio mediante esgrafiado, técnica decorativa muy presente en las fachadas de la ciudad de Segovia. Este, en concreto, responde a la tipología “a un tendido”, según explica Rafael Ruiz Alonso.
El tapiz de “Elevación de la cruz” pertenece a la colección de la parroquia de La Granja y fue confeccionado en Bruselas en el siglo XVIII. El diseño sigue los cartones del tríptico del mismo nombre de Peter Paul Rubens.
Salas nobles
Las salas nobles del Palacio Episcopal se conforman como espacios para el desarrollo de la vida pública y privada de los obispos de Segovia desde su fundación en 1755.
Las tres primeras salas visitables están decoradas cuidadosamente durante el siglo XVIII y XIX y cumplían la función de recibimiento para actos públicos del obispo, como autoridad institucional que gozaba de gran importancia. Tras estas salas se accede a una parte más privada en donde el obispo vivía y que presenta una decoración más humilde, pero que permite conocer cómo era el día a día de los prelados de Segovia hasta mediados del siglo XX
Antesala I
Ubicada en la zona noble del palacio, es un espacio semipúblico o intermedio que refleja en su decoración el poder de la Iglesia. En uno de los muros, dos lienzos de los papas Pío IX y León XIII, obra de Gabriel Osmundo Gómez Férnandez, finales del siglo XIX; y una pintura representando la Sagrada Familia, de Pedro Carabal Jol, hacia 1650.
Se trata de una estancia amplia, como dictan los tratadistas del s.XVIII, y con suficientes ventanas para gozar de una buena iluminación. En ella se escenificaría el ritual de la espera entre el obispo y sus invitados.
Su disposición sobre el plano con las siguientes estancias en enfilade dotaría a este espacio de un valor escenográfico al que contribuía el mobiliario. Un ejemplo es las lámparas de cristal de Baccarat procedentes de Francia -segunda mitad del siglo XIX- y de la fábrica de cristales de la Granja. También pueden destacarse las dos vitrinas del siglo XVII con imágenes de la Inmaculada y el Niño Jesús Pasionario.
Antesala II
La presencia de una segunda antesala ilustra la multiplicación de las estancias doméstica que se produjo en España desde el siglo XVII como consecuencia de la complejización de las actividades sociales y los protocolos. Durante la Edad Moderna desaparece la sencillez de siglos anteriores con el objetivo de crear “escenarios” que transmitieran los convencionalismos morales y normas sociales.
La Antesala II presenta mobiliario de estilo isabelino cuya función es transmitir el poder de la Iglesia durante los periodos de espera de las visitas oficiales y actos protocolarios. Destacable es la sillería de caoba del s. XVIII o el bargueño castellano del XVII. En una de las paredes se distribuyen seis óleos sobre tabla con escenas de la vida de Virgen, y un lienzo de San Buenaventuras, ambos del siglo XVIII.
Salón del trono
Sin duda, la sala más impresionante por ser donde el obispo recibía a los representantes de la sociedad y el espacio de múltiples actos. Su ubicación en el edificio sigue los preceptos indicados por Vitruvio en el siglo II a.C.: organizar las estancias de la vivienda según la función social que les fuera atribuía, como una imitación del propio cuerpo humano. Así, las zonas más exteriores (como la sala que nos ocupa) se destinaban a las visitas, mientras que las interiores se enfocaban a actividades íntimas como el descanso.
La decoración del Salón del Trono data de finales del s. XIX y fue un encargo del obispo José Proceso Pozuelo y Herrero; mientras que el mobiliario, de la misma época, puede encuadrarse dentro del estilo francés. Algunos de los lienzos de este espacio son: Santa Inés, autor desconocido, s. XVII; Virgen con el Niño de Miguel Dauder siguiendo el modelo planteado por Tiziano (s. XVII); y San Juan Evangelista redactando el Evangelio en la isla de Patmos de Juan Fernández Navarrete “El Mudo”, datado de la segunda mitad del s. XVI.
Despacho del nuncio
Se trata de una estancia reservada al representante del Papa ante el monarca y el obispo titular de cada diócesis. Durante sus visitas, el nuncio utilizaba este espacio para trabajar y despachar asuntos eclesiales. Debido a estas funciones está equipado con una mesa castellana y un bargueño en nogal con carey y bronce, ambos del siglo XVII. En las paredes cuelgan diferentes lienzos, como Lágrimas de San Pedro, obra anónima de finales del siglo XVII; o San Gregorio, atribuido a Bartolomé Carducho, hacia 1611.
Sala de estar
Entre el despacho del Nuncio y el del Obispo, está la sala de estar, amueblada con piezas del s. XIX, como la sillería isabelina fabricada en caoba. Otras piezas, como el bargueño en madera taraceada, bronce y carey datan del siglo XVII. En las paredes se distribuyen cuatro óleos sobre cobre del s. XVII de la Escuela de Flandes: Santa Margarita, Virgen de la Leche, María Magdalena y Santa Catalina de Alejandría; así como un lienzo de San Nicolás de Bari y donantes, anónimo, siglo XVIII.
Despacho del obispo
Fue utilizado por última vez para esta función por el obispo Daniel Llorente de Federico hacia 1969. Los muebles de esta sala datan de principios del siglo XX, salvo el bargueño decorado con hueso el cual fue fabricado en el siglo XVII. Esta a sala alberga un retrato del obispo Don Isidoro Pérez de Celis realizado por Mariano Quintanilla hacia 1827; un óleo sobre cobre de la Virgen del Pópulo del último tercio del siglo XVII; y un óleo del siglo XVII, también sobre cobre, con San Francisco ante la Virgen y el Niño “La Porciúncula».
Dormitorio del obispo
Durante la Edad Moderna, el dormitorio se ubicaba en el extremo opuesto a la entrada de la vivienda y a las salas donde se reunía la familia y se recibía a los invitados. Totalmente interior y de pequeñas dimensiones, su diseño estaba enfocado a favorecer la calma y una temperatura constantes, clave para garantizar el descanso. Entre los muebles destaca la cama de nogal y el gran armario para vestidos ceremoniales, así como el lavabo del siglo XIX.
Salón de recibir
El mobiliario de estilo francés al igual que el reloj, fechado en 1855, daba la bienvenida a los invitados desde su fundación como Palacio Episcopal de la Diócesis de Segovia. Destacan doce óleos sobre cobre con escenas de la vida de Cristo y la Virgen, obra del holandés Guillaume Van Herp, s. XVIII; dos óleos sobre lienzo representando a Don Juan de la Pezuela, Conde Cheste, anónimo, hacia 1842 y el retrato de Caballero, obra de Joaquín Inza de la segunda mitad del siglo XVIII.
Sala de espera
Amueblada con una cómoda de marquetería con decoración de motivos geométricos en nogal del s. XVIII. Entre las pinturas, un Santo Padre obra de Juan de Peñalosa y Sandoval, primer tercio del siglo XVII, óleo sobre lienzo; Benedicto XIV, anónimo del siglo XVIII, óleo sobre lienzo; y San Agustín, de Juan de Peñalosa y Sandoval, primer tercio del siglo XVII, óleo sobre lienzo.
Historia de la institución
Dicha institución se creó con el objetivo de conservar las colecciones de arte procedentes de la desamortización de bienes de la Iglesia que tuvo lugar la primera mitad del siglo XIX. Su director sería Felipe Pardo y García, quien también era el Director de Estudios de la Escuela de Nobles Artes de Segovia y Canónigo de la Catedral.
Es interesante la conciencia de estar aportando un valor cultural a la ciudad que se desprende del documento, así como el deseo que desprende de garantizar la conservación del patrimonio artístico. Sin embargo, pocos años después comienza el traslado de la colección a la iglesia de San Juan y de San Facundo, aunque esta no sería su ubicación definitiva. Algunas obras permanecerán en el Palacio Episcopal hasta 1857.
Pie de foto 2: Boletín de Segovia: Número 151 del 18 de diciembre de 1841. Disponible en la Biblioteca Virtual de prensa Histórica.
Es interesante la conciencia de estar aportando un valor cultural a la ciudad que se desprende del documento, así como el deseo que desprende de garantizar la conservación del patrimonio artístico. Sin embargo, pocos años después comienza el traslado de la colección a la iglesia de San Juan y de San Facundo, aunque esta no sería su ubicación definitiva. Algunas obras permanecerán en el Palacio Episcopal hasta 1857.
El responsable de su organización fue don Benito de Frutos, aportando piezas la Catedral de Segovia y diferentes parroquias de la ciudad, así como la Colegiata de San Ildefonso, el Ayuntamiento y la Diputación. Es entonces cuando se conforman las colecciones de pintura, escultura, orfebrería y ornamentos sagrados que actualmente forman parte de las salas de exposición (fotos 3 y 4).
Ese mismo año, tras la clausura de la exposición, el Boletín Eclesiástico publica el deseo del obispo Manuel de Castro y Alonso de crear un Museo Diocesano con parte de los objetos expuestos.
Con este fin se solicita al clero el depósito en el Palacio Episcopal de las piezas “(…) obrantes en la exposición, que no fuesen necesarios en las parroquias para el culto (…)”. Permanecieron en la exposición permanente un total de 38 piezas en la antigua sala de conferencias del Palacio. Algunas de ellas se conservan actualmente en la colección, como la casulla bordada en paja procedente de Revenga. En 1928, el Museo Diocesano entra en decadencia.
En la actualidad, esta idea sigue presente en la gestión de la colección museológica del Palacio Episcopal. Las instituciones propietarias de las piezas pueden solicitar su préstamo temporal para la celebración de diferentes actos religiosos, siendo devueltas al Palacio tras su finalización. De esta manera, se garantiza la conservación y difusión de este importante patrimonio cultural.
Pie de foto 3: Ficha de la Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo conservada en el archivo de la Catedral de Segovia.
Pie de foto 4: Relación de objetos pertenecientes al Cabildo Catedral presentados a la Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo celebrada en el Palacio Episcopal con motivo del IV Centenario de Juan Bravo. Documento conservado en el archivo de la Catedral de Segovia.
Esta intervención se prolongó durante años y venía a dar respuesta a la falta de mantenimiento durante gran parte del s. XX. El proceso de restauración se hizo respetando la intencionalidad original, haciendo de este Palacio Episcopal uno de los mejor conservados de toda España. La Caja de Ahorros de Segovia patrocinó la restauración de gran parte de los bienes artísticos con una inversión de 10.000 millones de pesetas (60.000 €).
El Museo del Palacio Episcopal se inauguró en 1995. Este se situaba en la segunda planta, la que ocupa actualmente las salas de exposición y salas nobles.
Finalmente, en 26 de septiembre de 2013 se reabrió como Museo, gracias al impulso del obispo Ángel Rubio Castro. Albergó tres colecciones de arte representativas: cerámica de los Zuloaga, la de vidrio y cristal de la Real Fábrica de Cristales de La Granja y la de arte religioso del Museo Diocesano de Segovia.
La exposición estaba configurada por 185 obras de arte asociadas a la liturgia católica, de las cuales 120 eran de orfebrería. La apertura se produjo en 2019 bajo el nombre “Museo de Orfebrería Splendor Fidei”, una apuesta de la Diócesis de Segovia y la empresa elegida para relanzar el Palacio.
La reforma buscó ofrecer una museografía didáctica de calidad y garantizar la accesibilidad de los visitantes. El recorrido abordaba temas como la fe cristiana, y la indisolubilidad entre la obra de arte y la fe. Lamentablemente cerró sus puertas en 2020.
2021
El Cabildo de la Catedral de Segovia se hizo cargo de la gestión del conjunto del espacio expositivo a través de una adaptación completa y la incorporación de herramientas divulgativas como la app, la cartelería adaptada o el proyecto educativo. Entre las actividades implementadas.
Entre las nuevas actividades desarrolladas destaca el Escape Room y la visita gamificada. También se han implementado diferentes plataformas digitales para favorecer la comunicación con la sociedad, así como merchandising inspirado en las colecciones.
Sobre el edificio
La investigación de la construcción y evolución del palacio continua gracias a la documentación conservada en multitud de archivos y el trabajo realizado por nuestro equipo de gestión cultural.
Algunas de ellas serían compradas por Diego Arias Dávila a su tío, el obispo Juan Arias Dávila; cuya vivienda, donde despachaba asuntos oficiales, aparece mencionada desde 1480 en esta área. Actualmente los espacios propiedad de Diego forman parte del Monasterio del Santo Domingo del Real.
Según diferentes fuentes, las casas más cercanas a la iglesia de San Esteban fueron heredadas por Isabel Arias Dávila. Posteriormente, estas propiedades pasarían a su sobrino Juan Arias Dávila, I Conde de Puñonrostro. (foto 1).
Pie de foto 1: Profil de la ville de Sigovie en Espagne perteneciente al Atlas Geographique Contenant Les Cartes d'Espagne, de Portugal, et d'Italie (1625-1675).
De esta construcción sólo se conserva la fachada almohadillada de granito (foto 2), la cual tiene una fuerte influencia del arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón, al igual que la cercana Casa del Secretario. La iconografía de esta fachada gira en torno a Hércules, al que se considera el fundador de la ciudad, como afirma Diego de Colmenares (foto 3).
En 1635, el edificio se convierte en propiedad de la familia Salcedo, quienes no llegaron a completar su construcción.
Pie de foto 2: Fotografía actual de la fachada del Palacio Episcopal. Los escudos están protegidos como Bien de Interés Cultural.
Pie de foto 3: Representación de Hércules desquijando al león de Nemea en la enjuta de la derecha de la portada de la fachada principal del Palacio Episcopal.
El obispo respetó los muros exteriores, pero derribó el interior debido a su estado de conservación. Su escudo aún luce en los muros del patio interior (foto 4).
El responsable de reconstruir el edificio fue el arquitecto José de la Sierra, quien tuvo como objetivo reorganizar este espacio a los nuevos usos. Para ello diseñó un patio central de doble altura, abierto el nivel inferior a través de arcos de medio punto con un estilo barroco clasicista a través del cual se distribuyeron las zonas nobles del edificio, estancias de recepción institucional decimonónicas, despachos, oratorios y alcoba episcopal, además de jardín.
En 1760 el edificio estaba ya ocupado y en 1770, según lo recogido en el Archivo Diocesano, lo ocupan alrededor de 40 personas entre clérigos, seglares, estudiantes y empleados.
Coincidiendo con la invasión francesa de España, dejó de ser sede episcopal al destinarse a sede del Gobernador de Segovia (1809-1811). En 1811 y 1812 fue lugar de descanso durante sus visitas a Segovia de José Bonaparte.
Pie de foto 4: Detalle del escudo de Turégano ubicado en el piso superior del patio del Palacio Episcopal.
Pie de foto 5: Plazuela de San Esteban y palacio episcopal (1927-1936).António Passaporte. Archivo Loty, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte.
Pie de foto 6: Vista de la catedral entre los tejados desde la plaza de San Esteban. Viviendas con balcones y ventanas abiertas. Dos hombres en la entrada de la plaza. Otto Wunderlich. Archivo Wunderlich, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte.
EL ANTIGUO PALACIO EPISCOPAL
Según Diego de Colmenares (1586-1651), sacerdote y cronista de Segovia, las primeras casas obispales de Segovia se situaban junto a la catedral románica de Santa María, que se levantaba frente al Alcázar. El claustro gótico de la antigua catedral, levantado en tiempos del obispo Juan Arias Dávila en la segunda mitad del siglo XV y trasladado posteriormente a la actual Catedral, las afectó negativamente al estrechar su espacio. En 1520 la Guerra de las Comunidades tuvo consecuencias negativas en la estructura de las casas obispales, al igual que en la antigua catedral, lo que dificultaba su uso por los prelados.
El obispo Arias Dávila, consciente de la necesidad de una sede episcopal, había levantado al lado opuesto del templo unas suntuosas casas que donó a la mesa obispal en 1472, erigiéndolas en Palacio. Aunque los destrozos del levantamiento comunero afectaron mucho a la fábrica de la catedral y a las mermadas casas obispales, no sucedió lo mismo con el Palacio Episcopal que permaneció a pesar de levantarse la nueva Catedral alejada del lugar.
La lejanía de la nueva Catedral, construida a partir de 1525 alejada del Alcázar -es decir del poder civil- y junto a la Plaza Mayor, hizo replantear a la Diócesis de Segovia un nuevo emplazamiento del palacio para los obispos. A mediados del siglo XVIII, el obispo Manuel Murillo y Argaiz decidió mudar el Palacio a un edificio más cercano y en 1755 consiguió la cesión de un palacio inacabado y abandonado durante décadas, el Palacio de los Salcedo. Al año siguiente lo derribó conservando solo la fachada, tras la que levantó un palacio de nueva planta en estilo neoclásico que hoy podemos disfrutar para la visita.