Palacio Episcopal de Segovia

El palacio

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Salas de exposición

Las salas de exposición son la primera parada en la visita al Palacio episcopal. Consta de un total de siete espacios con un retrato museografíco que traslada al visitante la funcionalidad de los objetivos litúrgicos, pintura y esculturas al servicio de la comunidad cristiana para el culto diario. En el conjunto de las salas de exposición se ubican 120 piezas del patrimonio orfebre, alternadas con 60 pinturas y esculturas procedentes de toda la Diócesis de Segovia. Una rica representación de las raíces cristianas y la devoción en Segovia a lo largo de los siglos que se muestra para al segoviano y visitante de forma didáctica, con todas las medidas de conservación y seguridad.

Las ocho etapas de esta exposición son Kerigma, In hoc signum, Un oficio al servicio del altar, Credo, Memento a, In corde Eclessiae, Memento b, Fulgor Fidei, Homo viator. Un recorrido que evoluciona desde el punto de partida: la fe cristiana, y la indisolubilidad entre la obra artística y la fe; resaltar la labor del orfebre mediante una proyección audiovisual; la celebración de los sacramentos y la importancia para la vida del cristiano; y finalizar con Homo viator en una puesta en escena a través de un conjunto de obras que quieren trasladar el tránsito del umbral de la muerte.

Patio

Atravesada la puerta principal del palacio, se llega a un patio interior que refuerza el poder que materializaba este inmueble como vivienda del obispo y sede oficial de la Diócesis de Segovia.

De amplias dimensiones fue diseñado por el arquitecto José de Sierra en estilo barroco clasicista y presenta dos pisos: en el bajo destacan los arcos de medio punto realizados en granito y carentes de elementos decorativos; en el piso alto, de piedra caliza, las ventanas flanqueadas por pilastras y rematadas con cornisas. En todos los lados del patio destaca el escudo de Turégano, vinculado al obispo Manuel Antonio Murillo Argáiz.

Escalera imperial

En el lado derecho del patio se ubica el acceso a la escalera principal del palacio. De tipología imperial, fue lugar de paso tanto para las personas admitidas en el círculo próximo de los obispos, como para los invitados a grandes ceremonias o celebraciones.

Los escalones están fabricados en madera; sin embargo, en los rellanos es llamativa la presencia de olambrillas con diferentes motivos, como animales o escudos. Debido a esto, la suntuosidad de la escalera procede del artesonado del techo y de la decoración de las paredes. Estas últimas presentan un friso inferior de azulejos con motivos florales y geométricos; cubriéndose el resto del espacio mediante esgrafiado, técnica decorativa muy presente en las fachadas de la ciudad de Segovia. Este, en concreto, responde a la tipología “a un tendido”, según explica Rafael Ruiz Alonso.
El tapiz de “Elevación de la cruz” pertenece a la colección de la parroquia de La Granja y fue confeccionado en Bruselas en el siglo XVIII. El diseño sigue los cartones del tríptico del mismo nombre de Peter Paul Rubens.

Salas nobles

Las salas nobles del Palacio Episcopal se conforman como espacios para el desarrollo de la vida pública y privada de los obispos de Segovia desde su fundación en 1755.

Las tres primeras salas visitables están decoradas cuidadosamente durante el siglo XVIII y XIX y cumplían la función de recibimiento para actos públicos del obispo, como autoridad institucional que gozaba de gran importancia. Tras estas salas se accede a una parte más privada en donde el obispo vivía y que presenta una decoración más humilde, pero que permite conocer cómo era el día a día de los prelados de Segovia hasta mediados del siglo XX

Antesala I

Ubicada en la zona noble del palacio, es un espacio semipúblico o intermedio que refleja en su decoración el poder de la Iglesia. En uno de los muros, dos lienzos de los papas Pío IX y León XIII, obra de Gabriel Osmundo Gómez Férnandez, finales del siglo XIX; y una pintura representando la Sagrada Familia, de Pedro Carabal Jol, hacia 1650.

Se trata de una estancia amplia, como dictan los tratadistas del s.XVIII, y con suficientes ventanas para gozar de una buena iluminación. En ella se escenificaría el ritual de la espera entre el obispo y sus invitados.
Su disposición sobre el plano con las siguientes estancias en enfilade dotaría a este espacio de un valor escenográfico al que contribuía el mobiliario. Un ejemplo es las lámparas de cristal de Baccarat procedentes de Francia -segunda mitad del siglo XIX- y de la fábrica de cristales de la Granja. También pueden destacarse las dos vitrinas del siglo XVII con imágenes de la Inmaculada y el Niño Jesús Pasionario.

Antesala II

La presencia de una segunda antesala ilustra la multiplicación de las estancias doméstica que se produjo en España desde el siglo XVII como consecuencia de la complejización de las actividades sociales y los protocolos. Durante la Edad Moderna desaparece la sencillez de siglos anteriores con el objetivo de crear “escenarios” que transmitieran los convencionalismos morales y normas sociales.


La Antesala II presenta mobiliario de estilo isabelino cuya función es transmitir el poder de la Iglesia durante los periodos de espera de las visitas oficiales y actos protocolarios. Destacable es la sillería de caoba del s. XVIII o el bargueño castellano del XVII. En una de las paredes se distribuyen seis óleos sobre tabla con escenas de la vida de Virgen, y un lienzo de San Buenaventuras, ambos del siglo XVIII.

Salón del trono

Sin duda, la sala más impresionante por ser donde el obispo recibía a los representantes de la sociedad y el espacio de múltiples actos. Su ubicación en el edificio sigue los preceptos indicados por Vitruvio en el siglo II a.C.: organizar las estancias de la vivienda según la función social que les fuera atribuía, como una imitación del propio cuerpo humano. Así, las zonas más exteriores (como la sala que nos ocupa) se destinaban a las visitas, mientras que las interiores se enfocaban a actividades íntimas como el descanso.


La decoración del Salón del Trono data de finales del s. XIX y fue un encargo del obispo José Proceso Pozuelo y Herrero; mientras que el mobiliario, de la misma época, puede encuadrarse dentro del estilo francés. Algunos de los lienzos de este espacio son: Santa Inés, autor desconocido, s. XVII; Virgen con el Niño de Miguel Dauder siguiendo el modelo planteado por Tiziano (s. XVII); y San Juan Evangelista redactando el Evangelio en la isla de Patmos de Juan Fernández Navarrete “El Mudo”, datado de la segunda mitad del s. XVI.

Despacho del nuncio

Se trata de una estancia reservada al representante del Papa ante el monarca y el obispo titular de cada diócesis. Durante sus visitas, el nuncio utilizaba este espacio para trabajar y despachar asuntos eclesiales. Debido a estas funciones está equipado con una mesa castellana y un bargueño en nogal con carey y bronce, ambos del siglo XVII. En las paredes cuelgan diferentes lienzos, como Lágrimas de San Pedro, obra anónima de finales del siglo XVII; o San Gregorio, atribuido a Bartolomé Carducho, hacia 1611.

Sala de estar

Entre el despacho del Nuncio y el del Obispo, está la sala de estar, amueblada con piezas del s. XIX, como la sillería isabelina fabricada en caoba. Otras piezas, como el bargueño en madera taraceada, bronce y carey datan del siglo XVII. En las paredes se distribuyen cuatro óleos sobre cobre del s. XVII de la Escuela de Flandes: Santa Margarita, Virgen de la Leche, María Magdalena y Santa Catalina de Alejandría; así como un lienzo de San Nicolás de Bari y donantes, anónimo, siglo XVIII.

Despacho del obispo

Fue utilizado por última vez para esta función por el obispo Daniel Llorente de Federico hacia 1969. Los muebles de esta sala datan de principios del siglo XX, salvo el bargueño decorado con hueso el cual fue fabricado en el siglo XVII. Esta a sala alberga un retrato del obispo Don Isidoro Pérez de Celis realizado por Mariano Quintanilla hacia 1827; un óleo sobre cobre de la Virgen del Pópulo del último tercio del siglo XVII; y un óleo del siglo XVII, también sobre cobre, con San Francisco ante la Virgen y el Niño “La Porciúncula».

Dormitorio del obispo

Durante la Edad Moderna, el dormitorio se ubicaba en el extremo opuesto a la entrada de la vivienda y a las salas donde se reunía la familia y se recibía a los invitados. Totalmente interior y de pequeñas dimensiones, su diseño estaba enfocado a favorecer la calma y una temperatura constantes, clave para garantizar el descanso. Entre los muebles destaca la cama de nogal y el gran armario para vestidos ceremoniales, así como el lavabo del siglo XIX.

Salón de recibir

El mobiliario de estilo francés al igual que el reloj, fechado en 1855, daba la bienvenida a los invitados desde su fundación como Palacio Episcopal de la Diócesis de Segovia. Destacan doce óleos sobre cobre con escenas de la vida de Cristo y la Virgen, obra del holandés Guillaume Van Herp, s. XVIII; dos óleos sobre lienzo representando a Don Juan de la Pezuela, Conde Cheste, anónimo, hacia 1842 y el retrato de Caballero, obra de Joaquín Inza de la segunda mitad del siglo XVIII.

Sala de espera

Amueblada con una cómoda de marquetería con decoración de motivos geométricos en nogal del s. XVIII. Entre las pinturas, un Santo Padre obra de Juan de Peñalosa y Sandoval, primer tercio del siglo XVII, óleo sobre lienzo; Benedicto XIV, anónimo del siglo XVIII, óleo sobre lienzo; y San Agustín, de Juan de Peñalosa y Sandoval, primer tercio del siglo XVII, óleo sobre lienzo.

Historia de la institución

s. XVIII-XX
Desde su adquisición en el siglo XVIII por el obispo Manuel Murillo y Argaiz se utilizó como residencia de los sucesivos obispos hasta 1969 y de centro neurálgico de la Diócesis de Segovia hasta principios de los siglos XXI (foto 1).
Retrato del obispo Manuel Murillo y Argaiz
1842
Fue parcialmente utilizado como sede del actual Museo de Segovia bajo la tutela de la Junta de Clasificación (foto 2).
Artículo de oficio del boletín oficial de Segovia (1841)

Dicha institución se creó con el objetivo de conservar las colecciones de arte procedentes de la desamortización de bienes de la Iglesia que tuvo lugar la primera mitad del siglo XIX. Su director sería Felipe Pardo y García, quien también era el Director de Estudios de la Escuela de Nobles Artes de Segovia y Canónigo de la Catedral.

Es interesante la conciencia de estar aportando un valor cultural a la ciudad que se desprende del documento, así como el deseo que desprende de garantizar la conservación del patrimonio artístico. Sin embargo, pocos años después comienza el traslado de la colección a la iglesia de San Juan y de San Facundo, aunque esta no sería su ubicación definitiva. Algunas obras permanecerán en el Palacio Episcopal hasta 1857.

Pie de foto 2: Boletín de Segovia: Número 151 del 18 de diciembre de 1841. Disponible en la Biblioteca Virtual de prensa Histórica

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Es interesante la conciencia de estar aportando un valor cultural a la ciudad que se desprende del documento, así como el deseo que desprende de garantizar la conservación del patrimonio artístico. Sin embargo, pocos años después comienza el traslado de la colección a la iglesia de San Juan y de San Facundo, aunque esta no sería su ubicación definitiva. Algunas obras permanecerán en el Palacio Episcopal hasta 1857. 

1921
Uso del Palacio como sede de la Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo, inaugurada el 23 de abril de 1921 en el marco de un programa de actos de conmemoración del V Centenario de la muerte de Juan Bravo
Ficha de la ‘Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo’ conservada en el archivo de la Catedral de Segovia
Documento de la ‘Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo’ conservado en el archivo de la Catedral de Segovia

El responsable de su organización fue don Benito de Frutos, aportando piezas la Catedral de Segovia y diferentes parroquias de la ciudad, así como la Colegiata de San Ildefonso, el Ayuntamiento y la Diputación. Es entonces cuando se conforman las colecciones de pintura, escultura, orfebrería y ornamentos sagrados que actualmente forman parte de las salas de exposición (fotos 3 y 4).

Ese mismo año, tras la clausura de la exposición, el Boletín Eclesiástico publica el deseo del obispo Manuel de Castro y Alonso de crear un Museo Diocesano con parte de los objetos expuestos.

Con este fin se solicita al clero el depósito en el Palacio Episcopal de las piezas “(…) obrantes en la exposición, que no fuesen necesarios en las parroquias para el culto (…)”. Permanecieron en la exposición permanente un total de 38 piezas en la antigua sala de conferencias del Palacio. Algunas de ellas se conservan actualmente en la colección, como la casulla bordada en paja procedente de Revenga. En 1928, el Museo Diocesano entra en decadencia.

En la actualidad, esta idea sigue presente en la gestión de la colección museológica del Palacio Episcopal. Las instituciones propietarias de las piezas pueden solicitar su préstamo temporal para la celebración de diferentes actos religiosos, siendo devueltas al Palacio tras su finalización. De esta manera, se garantiza la conservación y difusión de este importante patrimonio cultural.

Pie de foto 3: Ficha de la Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo conservada en el archivo de la Catedral de Segovia.

Pie de foto 4: Relación de objetos pertenecientes al Cabildo Catedral presentados a la Exposición Diocesana de Arte Retrospectivo celebrada en el Palacio Episcopal con motivo del IV Centenario de Juan Bravo. Documento conservado en el archivo de la Catedral de Segovia.

1955
El obispo Antonio Palenzuela Velázquez (foto 5) lideró un proyecto de rehabilitación del Palacio con el objetivo de utilizarlo como centro administrativo, pastoral y cultural
Placa en honor al Obispo Don Antonio Palenzuela Velázquez

Esta intervención se prolongó durante años y venía a dar respuesta a la falta de mantenimiento durante gran parte del s. XX. El proceso de restauración se hizo respetando la intencionalidad original, haciendo de este Palacio Episcopal uno de los mejor conservados de toda España. La Caja de Ahorros de Segovia patrocinó la restauración de gran parte de los bienes artísticos con una inversión de 10.000 millones de pesetas (60.000 €).

El Museo del Palacio Episcopal se inauguró en 1995. Este se situaba en la segunda planta, la que ocupa actualmente las salas de exposición y salas nobles.

2006 - 2013
Con el traslado de las dependencias del obispado a la actual ubicación frente a la Plaza de Adolfo Suárez, se retoma la idea de convertir el Palacio Episcopal en un espacio expositivo

Finalmente, en 26 de septiembre de 2013 se reabrió como Museo, gracias al impulso del obispo Ángel Rubio Castro. Albergó tres colecciones de arte representativas: cerámica de los Zuloaga, la de vidrio y cristal de la Real Fábrica de Cristales de La Granja y la de arte religioso del Museo Diocesano de Segovia.

2017 - 2019
Comienza un nuevo proyecto museográfico en el conjunto de la primera planta dedicada al museo y la conocida como parte noble, donde vivieron los obispos

La exposición estaba configurada por 185 obras de arte asociadas a la liturgia católica, de las cuales 120 eran de orfebrería. La apertura se produjo en 2019 bajo el nombre “Museo de Orfebrería Splendor Fidei”, una apuesta de la Diócesis de Segovia y la empresa elegida para relanzar el Palacio.

La reforma buscó ofrecer una museografía didáctica de calidad y garantizar la accesibilidad de los visitantes. El recorrido abordaba temas como la fe cristiana, y la indisolubilidad entre la obra de arte y la fe. Lamentablemente cerró sus puertas en 2020.

2021
El Cabildo de la Catedral de Segovia se hizo cargo de la gestión del conjunto del espacio expositivo a través de una adaptación completa y la incorporación de herramientas divulgativas como la app, la cartelería adaptada o el proyecto educativo. Entre las actividades implementadas

2021

El Cabildo de la Catedral de Segovia se hizo cargo de la gestión del conjunto del espacio expositivo a través de una adaptación completa y la incorporación de herramientas divulgativas como la app, la cartelería adaptada o el proyecto educativo. Entre las actividades implementadas.

2023
Reapertura con el objetivo de convertirse en un lugar de referencia artística, histórica y religiosa de la ciudad

Entre las nuevas actividades desarrolladas destaca el Escape Room y la visita gamificada. También se han implementado diferentes plataformas digitales para favorecer la comunicación con la sociedad, así como merchandising inspirado en las colecciones.

Sobre el edificio

La investigación de la construcción y evolución del palacio continua gracias a la documentación conservada en multitud de archivos y el trabajo realizado por nuestro equipo de gestión cultural.

1462-1480
La familia Arias Dávila poseía diversas propiedades en la zona cercana a la parroquia de San Esteban
Atlas Geographique Contenant Les Cartes d'Espagne, de Portugal, et d'Italie

Algunas de ellas serían compradas por Diego Arias Dávila a su tío, el obispo Juan Arias Dávila; cuya vivienda, donde despachaba asuntos oficiales, aparece mencionada desde 1480 en esta área. Actualmente los espacios propiedad de Diego forman parte del Monasterio del Santo Domingo del Real. 

Según diferentes fuentes, las casas más cercanas a la iglesia de San Esteban fueron heredadas por Isabel Arias Dávila. Posteriormente, estas propiedades pasarían a su sobrino Juan Arias Dávila, I Conde de Puñonrostro. (foto 1).

Pie de foto 1: Profil de la ville de Sigovie en Espagne perteneciente al Atlas Geographique Contenant Les Cartes d'Espagne, de Portugal, et d'Italie (1625-1675). 

1550 - 1635
Comenzó a edificarse el Palacio para cabeza del mayorazgo fundado por Doña Mariana Arteaga de la Torre
Fachada del palacio
Detalle de la fachada del palacio

De esta construcción sólo se conserva la fachada almohadillada de granito (foto 2), la cual tiene una fuerte influencia del arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón, al igual que la cercana Casa del Secretario. La iconografía de esta fachada gira en torno a Hércules, al que se considera el fundador de la ciudad, como afirma Diego de Colmenares (foto 3).

En 1635, el edificio se convierte en propiedad de la familia Salcedo, quienes no llegaron a completar su construcción.

Pie de foto 2: Fotografía actual de la fachada del Palacio Episcopal. Los escudos están protegidos como Bien de Interés Cultural.

Pie de foto 3: Representación de Hércules desquijando al león de Nemea en la enjuta de la derecha de la portada de la fachada principal del Palacio Episcopal.

1755
Manuel Murillo y Argaiz, obispo de Segovia, adquirió el palacio mediante censo perpetuo de Josefa de Salcedo y Lasso de la Vega, Figueroa, Córdoba y Ladrón de Guevara, para convertirlo en palacio episcopal
Escudo de Murillo

El obispo respetó los muros exteriores, pero derribó el interior debido a su estado de conservación. Su escudo aún luce en los muros del patio interior (foto 4).

El responsable de reconstruir el edificio fue el arquitecto José de la Sierra, quien tuvo como objetivo reorganizar este espacio a los nuevos usos. Para ello diseñó un patio central de doble altura, abierto el nivel inferior a través de arcos de medio punto con un estilo barroco clasicista a través del cual se distribuyeron las zonas nobles del edificio, estancias de recepción institucional decimonónicas, despachos, oratorios y alcoba episcopal, además de jardín.

En 1760 el edificio estaba ya ocupado y en 1770, según lo recogido en el Archivo Diocesano, lo ocupan alrededor de 40 personas entre clérigos, seglares, estudiantes y empleados.
Coincidiendo con la invasión francesa de España, dejó de ser sede episcopal al destinarse a sede del Gobernador de Segovia (1809-1811). En 1811 y 1812 fue lugar de descanso durante sus visitas a Segovia de José Bonaparte.

Pie de foto 4: Detalle del escudo de Turégano ubicado en el piso superior del patio del Palacio Episcopal.

s.XX
El Palacio sirvió de residencia de los sucesivos obispos hasta 1969 y de centro neurálgico de la Diócesis de Segovia hasta principios del siglos XXI (foto 5 y 6)
Fachada principal del palacio
Calle lateral al palacio

Pie de foto 5: Plazuela de San Esteban y palacio episcopal (1927-1936).António Passaporte. Archivo Loty, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte.

Pie de foto 6
: Vista de la catedral entre los tejados desde la plaza de San Esteban. Viviendas con balcones y ventanas abiertas. Dos hombres en la entrada de la plaza. Otto Wunderlich. Archivo Wunderlich, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte.

EL ANTIGUO PALACIO EPISCOPAL

Según Diego de Colmenares (1586-1651), sacerdote y cronista de Segovia, las primeras casas obispales de Segovia se situaban junto a la catedral románica de Santa María, que se levantaba frente al Alcázar. El claustro gótico de la antigua catedral, levantado en tiempos del obispo Juan Arias Dávila en la segunda mitad del siglo XV y trasladado posteriormente a la actual Catedral, las afectó negativamente al estrechar su espacio. En 1520 la Guerra de las Comunidades tuvo consecuencias negativas en la estructura de las casas obispales, al igual que en la antigua catedral, lo que dificultaba su uso por los prelados.

El obispo Arias Dávila, consciente de la necesidad de una sede episcopal, había levantado al lado opuesto del templo unas suntuosas casas que donó a la mesa obispal en 1472, erigiéndolas en Palacio. Aunque los destrozos del levantamiento comunero afectaron mucho a la fábrica de la catedral y a las mermadas casas obispales, no sucedió lo mismo con el Palacio Episcopal que permaneció a pesar de levantarse la nueva Catedral alejada del lugar.

La lejanía de la nueva Catedral, construida a partir de 1525 alejada del Alcázar -es decir del poder civil- y junto a la Plaza Mayor, hizo replantear a la Diócesis de Segovia un nuevo emplazamiento del palacio para los obispos. A mediados del siglo XVIII, el obispo Manuel Murillo y Argaiz decidió mudar el Palacio a un edificio más cercano y en 1755 consiguió la cesión de un palacio inacabado y abandonado durante décadas, el Palacio de los Salcedo. Al año siguiente lo derribó conservando solo la fachada, tras la que levantó un palacio de nueva planta en estilo neoclásico que hoy podemos disfrutar para la visita.

Concierto navideño en el patio del Palacio Episcopal con luces y decoraciones festivas.

Iluminación de Navidad

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09:30 – 20:00

Más info

Retrato de Juan de Briviesca

Autor: Jerónimo López Polanco
s.XVII
Óleo sobre tabla

Juan de Briviesca (1585-1629) fue un sacerdote conocido por su dedicación a la fe y vida austera. Conocemos muchos detalles de su vida por la obra «Vida del Venerable sacerdote Juan de Briviesca«, escrita por su amigo Luis Vázquez.

Este retrato fue realizado por Jerónimo López Polanco en 1619, cuando Briviesca tenía 34 años. Puede encuadrarse en el barroco temprano español, caracterizado por claroscuros y gran atención al detalle. Aquí se captura tanto la apariencia física como la profundidad espiritual del personaje. El texto inferior fue añadido en 1716 y ofrece una breve biografía del retratado.

Jarrón de opalina

Escuela espñaola
Segunda mitad del s.XX

Este jarrón de opalina, creado en la segunda mitad del siglo XX, está inspirado en el estilo imperio. Este estilo se originó a principios del siglo XIX durante el reinado de Napoleón Bonaparte y se caracteriza por su grandiosidad y el uso de elementos decorativos clásicos como guirnaldas, coronas de laurel y estrellas, que simbolizan poder y gloria.
Aunque, este jarrón es una creación del siglo XX, emula con precisión la estética y el lujo característicos del estilo imperio original. Con su gemelo, esta pareja refuerza su presencia y simetría en la decoración, aumentando el atractivo visual de la sala donde su colocaran.

Lámpara de petróleo

Escuela espñaola
Primera mitad del s.XX

Esta lámpara de petróleo es una muestra representativa de la artesanía española del primer tercio del siglo XX, un periodo en el que la iluminación con petróleo todavía era común antes de la generalización de la electricidad en todos los hogares. Las lámparas de petróleo no solo eran objetos utilitarios, sino también piezas decorativas que reflejaban el estilo y la elegancia de la época.  
Los detalles ornamentales reflejan las influencias estilísticas de la época, posiblemente el Art Nouveau o el Historicismo, estilos que prevalecieron en las artes decorativas del periodo.

Tapiz "La Elevación de la Cruz"

Autor: Pedro Pablo Rubens
Manufactura: Jean-Baptiste Vermillion
s.XVIII

Esta obra textil recrea el tríptico de Pedro Pablo Rubens, La Elevación de la Cruz, conservado en la Catedral de Nuestra Señora en Bruselas. El tapiz aprovecha el formato tríptico para representar un momento clave de la Pasión de Cristo, capturando fielmente la esencia emocional y artística de la pintura de Rubens.

Jean-Baptiste Vermillion, conocido también como De Lana, destacó como un tejedor relevante en Bruselas durante el siglo XVIII. Tras tomar el control del taller de Jeroen Le Clerc en 1722, obtuvo privilegios significativos que reforzaron su prestigio dentro del ámbito textil. Fue nombrado decano de su gremio en 1726, y su influencia se mantuvo a lo largo de los años, a pesar de cerrar su taller en Bruselas en 1732 y sus intentos posteriores de establecer otro en Huy hasta 1741.

Virgen con el niño

s.XVI
Óleo sobre tabla

Copia del cuadro «La Virgen y el Niño en el paisaje vespertino» de Tiziano. El original fue pintado en Venecia entre 1550 y 1560 por orden del rey Felipe II. Estuvo mucho tiempo conservado en la sacristía del Escorial . Actualmente se exhibe en la galería Alte Pinakothek de Múnich .

La composición recuerda a las composiciones de Raffaello, pero el paisaje tranquilo y el cielo son típico de la pintura veneciana. Un estilo que también influirá a El Greco. Se trata de una de las obras más directas y cautivadoras del último período del pintor. 

Calvario

Autor: Jan van Scorel
s.XVI
Óleo sobre tabla

El cuadro «El Calvario», atribuido a Jan van Scorel y datado en el siglo XVI, es una obra de gran intensidad emocional y detallismo. En esta tabla se representa la crucifixión de Cristo con una composición equilibrada. Las figuras de la Virgen María, María Magdalena y San Juan muestran un meticuloso trabajo en sus vestimentas y expresiones, resaltando la habilidad de Van Scorel en capturar la humanidad del momento. El uso del color y la luz contribuye a enfatizar la solemnidad de la escena, mientras que el fondo enmarca la escena, demostrando la influencia del arte renacentista en esta obra.

Santo Entierro

s.XVI
Óleo sobre tabla

La pintura representa la escena del entierro de Cristo, con los personajes dispuestos alrededor de su cuerpo en un momento de profundo dolor y reverencia. Destacan las expresiones faciales y los gestos de los personajes, así como el meticuloso trabajo en las vestimentas. El uso del color y la luz resalta el dramatismo de la escena, mientras que el fondo con elementos arquitectónicos y naturales enmarca la composición con gran precisión, demostrando la maestría del autor anónimo.

La Ascensión

s.XV
Maestro de los Claveles
Óleo y temple sobre tabla

El Maestro de los Claveles, recibe su nombre por la flor que suele estar presente en sus obras. Vinculado al taller del Maestro de Ávila, sus tablas son ejemplos de la síntesis hispanoflamenca del siglo XV en Castilla, caracterizadas por el horror vacui, el detallismo de los brocados, y fondos con castillos y escenas urbanas. En su obra destaca la técnica cuidada y el dibujo preciso.

Predela de los apóstoles

s.XVI
Óleo sobre tabla

La predela es una sección horizontal que se ubica en la parte inferior de un retablo. Habitualmente se encuentra dividida en cajas o «casamentos»; y se utiliza para complementar las escenas del retablo principal con imágenes de un formato más pequeño. 

En esta predela se representa, de izquierda a derecha, a: San Andrés, San Bartolomé, San Pedro, San Pablo, Santiago y San Juan. De este último destaca la iconografía elegida (copa de la que emerge un dragón), la cual fue prohibida por el Concilio de Trento. Un detalle que, no solo confirma la datación de la obra, sino que también resalta su importancia en el registro histórico de la iconografía religiosa.

Corona de la Virgen de la Fuencisla

s.XVI
Diseño: Florentino Trapero
Orfebre: Otero y Riopérez

La Corona de Nuestra Señora de la Fuencisla es un símbolo de la realeza y santidad de la Virgen María. Su uso en imágenes marianas tiene sus raíces en la práctica de coronar figuras sagradas como muestra de veneración. Una tradición que se consolida en la Edad Media y el Renacimiento, cuando se busca resaltar la importancia y el carácter divino de las figuras religiosas. En la actualidad, continúa utilizándose, junto con la del Niño, para adornar a la Virgen durante la Semana Santa en Segovia

Cruz procesional

s.XVI
Orfebre: Antonio Oquendo

La cruz procesional simboliza la redención, el sacrificio de Cristo y su victoria sobre la muerte. . A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz. Puede denominarse también CRUZ ALZADA, que hace referencia a las cruces procesionales que se sujetan con una vara.

Rostrillo

s.XVIII
Orfebre: Lorenzo Cantero

Adorno que se coloca alrededor de la cara de las imágenes de la Virgen. El origen del rostrillo se encuentra en el complemento que usaban las mujeres para enmarcar su rostro y tapar el pelo. En el s.XVI se asocia a las viudas. Posteriormente, la escultura religiosa adopta este adorno para mostrar el luto de la Virgen por la muerte de su Hijo.

Esta pieza procede de la iglesia de San Miguel Arcángel (Segovia).

Naveta

s.XVI
Orfebre: Diego de Olmedo

Habitualmente se colocan en el altar, cerca del sagrario o del lugar donde se conserva el Santísimo Sacramento. Su forma de barco en la liturgia católica está motivada por su simbolismo. Representan la Iglesia como una embarcación que guía a los fieles hacia la salvación. Durante la Eucaristía, se utilizan junto con el incensario para quemar incienso, simbolizando la oración ascendiendo al cielo.

Cruz procesional

s.XIV

Destinada a presidir las ceremonias más importantes y encabeza procesiones, entierros, así como las diversas celebraciones en que participa la comunidad católica. Se inciensa por ser signo de Salvación. Esta pieza posee alma de madera sobre la que se adhieren las chapas de plata, blanca o dorada, mediante clavos. A nivel estructural tiene 3 elementos: vástago, macolla o nudo, y cruz.

Asunción de la Virgen

s.XIII

Altorrelieve policromado en alabastro datado del siglo XV perteneciente a la escuela inglesa. En él se representa la Asunción de la Virgen. María es elevada al cielo por ángeles, lo que simboliza su santidad y conexión celestial. La posición de sus manos en oración, denota humildad y aceptación de la voluntad divina. La corona enfatizan su realeza y pureza; y la aureola, su santidad y presencia divina.

San Mateo

s.XV

Esta escultura en alabastro de San Mateo, uno de los cuatro evangelistas, es obra de Sebastián de Almonacid del siglo XV.
 
En ella se observa a Mateo con dos de sus identificadores principales: el libro del Evangelio, y un ángel, su elemento antropomorfo. Almonacid, maestro de la transición gótico-renacentista, plasmó en la pieza la sobriedad y la humanidad propias del realismo nórdico. 

Arcángel San Gabriel

s.XVIII

Conocido como el mensajero de Dios. Simboliza la revelación y la verdad. Gabriel inspira a los fieles a escuchar su intuición y mensajes divinos, representando la comunicación, la esperanza y la fuerza.

Capitel

s.XIII

Capitel del siglo XIII, tallado en piedra caliza y de autoría anónima, que ilustra tres episodios clave del cristianismo. Un hecho que sitúa esta pieza como ejemplo de la narrativa visual medieval y el simbolismo religioso de la época.

  1. La Anunciación, en la que destaca el arcángel Gabriel mientras revela a María su destino como madre del Mesías.
  2. Tentación de Jesús, cuando rechaza a Satanás en el desierto.
  3. San Pedro portando las llaves celestiales, un presagiando de su liderazgo en la Iglesia. 

Capitel

s.XIII

Adornado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales según la moralidad cristiana medieval.

A nivel iconográfico combina rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Esta última la diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las cruzadas.

Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual de la época y que instruía sobre el pecado y la redención.

Silla de caderas

Escuela española
Primer tercio del s.XX

También conocida como florentina, dantesca o jamuga. Se trata de un asiento plegable de doble tijera, que surge en Italia durante la Baja Edad Media, como resultado de la evolución de la silla de tijera. Sin embargo, esta tipología también es común en otros países europeos. En algunos de ellos fueron asientos de honor hasta el siglo XVII.
Progresivamente pierden importancia en favor de las sillas de brazos, pero durante el siglo XIX y XX vuelven a producirse por considerarse una producción típica española. Este ejemplar imita las originales de época renacentista y posee una gemela en las colecciones del Palacio Episcopal.

Entredós

Estilo imperial
Segunda mitad del s.XVIII

El origen de este mueble se sitúa en Francia en el siglo XVIII. Se trata de un armario bajo con puertas al frente y, generalmente, de poco fondo. Su nombre procede de su ubicación más habitual, los paños de pared entre ventanas. Solían producirse en parejas y tuvo gran aceptación durante el siglo XIX.
En el centro de las puertas de este entredós hay dos escenas pintadas sobre sendas placas de porcelana. En ellas se representan arquitecturas de carácter popular. El resto del frente presenta diferentes motivos en bronce dorado a fuego.

Épergne

Escuela española
s.XIX-XX

Desde el siglo XVII se disponen en la mesa diferentes elementos que progresivamente han adoptado una función meramente decorativa. Entre ellos se encuentran los centros de mesa, el frutero o el conocido como “épergne”. Este último fue introducido desde Francia en el s.XVIII y solía utilizarse para contener cualquier tipo de comida o postre. Las argollas situadas bajo los leones alados de sus extremos podrían indicar que, inicialmente, estaba configurado por otros elementos.

Capitel

s.XIII

Decorado con arpías y aves del paraíso. Las primeras simbolizan la lujuria y los vicios terrenales en la moralidad cristiana medieval. A nivel iconográfico combinan rostro humano, cuerpo de ave, pezuñas de caprino y cola de serpiente. Este último atributo las diferencia de las sirenas y refleja la influencia de la iconografía clásica. La capucha remite a los infieles, en particular a los musulmanes, en el contexto de las Cruzadas. Se trata de una pieza que testimonia la didáctica visual medieval, que instruía sobre el pecado y la redención.